Hay varias maneras mediante las cuáles el gobierno puede atentar en contra de los derechos privados de propiedad. Un rápido listado de las más importantes:
a)expropiación sin que haya una clara causa de utilidad pública. Solamente se pueden expropiar recursos privados si es para que el gobierno ofrezca bienes públicos, es deciraquellos que tienen como características la no rivalidad y la no exclusión en el consumo, tales como seguridad nacional, seguridad pública, impartición de justicia, alumbrado público, etc. (Gasolina, electricidad, servicio postal, etc. no son bienes públicos. Son bienes privados ofrecidos por el gobierno).
b)expropiar sin una indemización que cubra el valor de mercado de los recursos expropiados.
c)un poder judicial que no sea independiente e imparcial y que por lo mismo no garantice el cumplimiento de los contratos entre particulares y entre éstos y el gobierno.
d)permitir la comisión de delitos impunemente.
e)permitir, solapar el comercio ambulante. Permitir la apropiación privada de bienes públicos.
f)imponer controles de precios.
g)establecer tasas impositivas expropiatorias.
h)forzar al sector privado a una asignación de recursos centralmente definida.
i)limitar la libertad de expresión.
j)permitir las prácticas monopólicas, gubernamentales o privadas.
k) establecer barreras arancelarias y no arancelarias al comercio internacional.
l)establecer controles a los movimientos de capitales.
¿Quién de los actuales candidatos a la presidencia haría todo lo anterior?
miércoles, 16 de noviembre de 2011
martes, 15 de noviembre de 2011
¿Necesitamos a una izquierda?
Esta semana se supone se anunciará quién, entre Manuel Andrés López Obrador (el MALO) y Marcelo Ebrard, fue el ganador en las encuestas que se levantaron con el fin de definir quién de los dos será el candidato de la izquierda a la presidencia de la República. La moneda obviamente está en el aire, pero con los antecedentes del cochinero que siempre han sido las elecciones internas del PRD, dónde la “D” simplemente debería desaparecer ya que de demócratas no tienen nada, el resultado que arrojen las encuestas probablemente será desechado a menos, claro esté, que MALO se levante con un triunfo arrollador.
Dentro de la denominada “izquierda mexicana” se afirma que este proceso de elección del candidato presidencial, partiendo del heroico supuesto de que éste sería plenamente aceptado por el perdedor, revitalizaría a una alicaída corriente política. Y la pregunta que surge es si realmente necesitamos que en México (o en cualquier otra parte del mundo) haya un movimiento de izquierda que defienda a los individuos menos favorecidos (léase los pobres) y promueva las causas sociales más “progresistas” (lo que ello pudiese significar) y actué como un contrapeso a las “fuerzas retrógradas” representadas por la derecha. Mi opinión es que no. Así como no necesitamos de una izquierda, también deberíamos desechar a la derecha.
Se parte del supuesto de que un movimiento político de izquierda tiene como objetivo la maximización del “bien común”. El problema con esto es que es imposible definir qué es el “bien común” y refleja no lo que los individuos realmente quieren sino las preferencias del gobernante, quién asume un papel de “dictador benevolente”. Más aun, este dictador, queriendo que el resultado de las políticas públicas que adopte refleje sus propias preferencias, tenderá a reprimir y suprimir las libertades individuales, castigando a los que “tienen” para favorecer a los “que no tienen”. En su visión del mundo, cada individuo, cada agente económico particular, no es más que un engranaje más en una maquinaria, centralmente diseñada y operada, que busca alcanzar esa quimera que es el bien común. El mejor ejemplo de esta corriente dentro de la denominada “izquierda mexicana” es MALO, a pesar de que en fechas recientes se haya vestido de corderito y afirme que él no está en contra de los empresarios bien ávidos, sino sólo en contra de aquellos que han hecho sus fortunas al amparo del poder, lo que él ha denominado como la “mafia del poder político y económico”. Ante esta posición, que tiene cierta validez, la pregunta es cómo actuaría la izquierda.
Uno debería suponer que lo que buscarían es la maximización del bienestar de los consumidores, mismo que debería ser el objetivo primario de cualquier política pública, buscando la igualdad de oportunidades promoviendo la existencia de mercados que operen en un contexto de competencia. El problema, sin embargo, es que este objetivo es lo último que efectivamente toman en consideración (como ejemplo ahí está la Norma 29 del DeFectuoso que, por favorecer a los locatarios de los mercados públicos, castiga directamente a los consumidores, particularmente a los de menores ingresos). En realidad, con esta visión de Estado, en donde el dictador benevolente quiere imponer su visión, lo que en realidad hacen es favorecer a grupos particulares de interés como son los sindicatos, además de ejercer una política fiscal expansionista resultante de toda una serie de subsidios distorsionantes, misma que a la larga es insostenible y que deriva en una crisis macroeconómica.
¿Queremos a una izquierda en el poder? (Continuará)
Dentro de la denominada “izquierda mexicana” se afirma que este proceso de elección del candidato presidencial, partiendo del heroico supuesto de que éste sería plenamente aceptado por el perdedor, revitalizaría a una alicaída corriente política. Y la pregunta que surge es si realmente necesitamos que en México (o en cualquier otra parte del mundo) haya un movimiento de izquierda que defienda a los individuos menos favorecidos (léase los pobres) y promueva las causas sociales más “progresistas” (lo que ello pudiese significar) y actué como un contrapeso a las “fuerzas retrógradas” representadas por la derecha. Mi opinión es que no. Así como no necesitamos de una izquierda, también deberíamos desechar a la derecha.
Se parte del supuesto de que un movimiento político de izquierda tiene como objetivo la maximización del “bien común”. El problema con esto es que es imposible definir qué es el “bien común” y refleja no lo que los individuos realmente quieren sino las preferencias del gobernante, quién asume un papel de “dictador benevolente”. Más aun, este dictador, queriendo que el resultado de las políticas públicas que adopte refleje sus propias preferencias, tenderá a reprimir y suprimir las libertades individuales, castigando a los que “tienen” para favorecer a los “que no tienen”. En su visión del mundo, cada individuo, cada agente económico particular, no es más que un engranaje más en una maquinaria, centralmente diseñada y operada, que busca alcanzar esa quimera que es el bien común. El mejor ejemplo de esta corriente dentro de la denominada “izquierda mexicana” es MALO, a pesar de que en fechas recientes se haya vestido de corderito y afirme que él no está en contra de los empresarios bien ávidos, sino sólo en contra de aquellos que han hecho sus fortunas al amparo del poder, lo que él ha denominado como la “mafia del poder político y económico”. Ante esta posición, que tiene cierta validez, la pregunta es cómo actuaría la izquierda.
Uno debería suponer que lo que buscarían es la maximización del bienestar de los consumidores, mismo que debería ser el objetivo primario de cualquier política pública, buscando la igualdad de oportunidades promoviendo la existencia de mercados que operen en un contexto de competencia. El problema, sin embargo, es que este objetivo es lo último que efectivamente toman en consideración (como ejemplo ahí está la Norma 29 del DeFectuoso que, por favorecer a los locatarios de los mercados públicos, castiga directamente a los consumidores, particularmente a los de menores ingresos). En realidad, con esta visión de Estado, en donde el dictador benevolente quiere imponer su visión, lo que en realidad hacen es favorecer a grupos particulares de interés como son los sindicatos, además de ejercer una política fiscal expansionista resultante de toda una serie de subsidios distorsionantes, misma que a la larga es insostenible y que deriva en una crisis macroeconómica.
¿Queremos a una izquierda en el poder? (Continuará)
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