lunes, 8 de marzo de 2010

Obesidad


           La población mexicana sufre de un grave problema de obesidad. Somos (yo no) el segundo país con mayor incidencia de obesidad en el mundo, solamente detrás de Estados Unidos. Esto implica un problema de salud pública ya que es el precursor de graves enfermedades como son la diabetes y las cardiovasculares. Además, la obesidad también repercute en un costo económico directo ya que este fenómeno se traduce en una menor productividad en el trabajo así como un mayor ausentismo.
            Últimamente se ha estado argumentando que el fenómeno de la obesidad está causado por el consumo de alimentos “chatarra”, afectando particularmente a los niños que consumen este tipo de bienes en las escuelas. De ahí ha surgido la presión para que en las escuelas se dejen de vender estos productos y se sustituyan por alimentos “sanos”. Aunque la ingestión de alimentos chatarra puede ser un elemento importante como detonador de la obesidad, hay otros que son más importantes.
            El primero es, sin lugar, a dudas los patrones de alimentación del mexicano promedio. Una dieta basada en alimentos fritos, con la costumbre de utilizar varias veces el mismo aceite, explica en gran medida la obesidad.
Un segundo elemento es el tránsito de la economía hacia el sector servicios. A medida que la mayor parte del ingreso nacional se produce en el sector servicios, con una disminución relativa en los sectores agropecuario e industrial, la fuerza laboral se ha concentrado en actividades de carácter sedentario, lo que naturalmente contribuye a una menor quema de calorías en las actividades productivas y a una mayor incidencia de obesidad.
Un tercer elemento es que el mexicano no hace deporte, primero por falta de costumbre y segundo porque no existen las instalaciones públicas de carácter municipal como tampoco existen suficientes áreas verdes en las ciudades en donde se pudiese practicas algún deporte (y aquí una solicitud a las autoridades del D. F. para que cambien los faroles fundidos en la segunda sección de Chapultepec; los corredores que asistimos allí antes de que amanece estaríamos muy agradecidos).
Hacer deporte es crucial, junto con una correcta alimentación, para evitar la obesidad y para ello se requiere que desde niños se adquiera la costumbre del deporte. Pero aquí nos enfrentamos a que en las escuelas públicas, en donde asisten el 85% de los niños en el nivel de primaria, no tienen las instalaciones para practicar el deporte. Aunado a ello está el problema del horario en el cual los niños asisten a la escuela. A diferencia de las escuelas particulares, en las cuales los niños asisten seis horas al día, en las escuelas públicas los niños solo asisten cuatro horas diarias, por lo que no existe tiempo para realizar actividades deportivas en el horario escolar. Cambiar esto es imposible porque el SNTE se opondría a ampliar el horario escolar más el hecho de que no existe personal capacitado para atender la educación física.
Mientras no haya un cambio significativo de los patrones de alimentación y mientras siga teniendo una vida sedentaria, el mexicano promedio seguirá siendo obeso. Prohibir la venta de alimentos chatarra en las escuelas no resolverá el problema.

lunes, 1 de marzo de 2010

Líderes ricos, trabajadores pobres


Uno de los pilares en los cuales se sustentó el sistema político mexicano fue el corporativismo creado por Lázaro Cárdenas y perfeccionado a lo largo de los años subsecuentes por los diferentes presidentes priistas. Uno de los elementos de este sistema consistía, y aun consiste, en el otorgamiento de prebendas económicas a los líderes sindicales, campesinos y de la burocracia a cambio del apoyo político. Como resultado de este arreglo observamos que mientras estos líderes son ricos, sus representados son relativamente pobres.
Esta dualidad, líderes ricos – trabajadores pobres, es más notorio en dos sectores de la economía mexicana: los sindicatos en el sector privado y los sindicatos gubernamentales, incluyendo los que laboran tanto para el gobierno federal como en las empresas paraestatales. En este artículo me referiré a los líderes y sus sindicatos que aglutinan a trabajadores en empresas privadas, particularmente a la cláusula de exclusión sindical que establece el artículo 395 de la Ley Federal del Trabajo (LFT).
La legislación laboral vigente, incluyendo el artículo 123 constitucional y la LFT, se diseñó en gran medida para que fuese el mecanismo mediante el cual los trabajadores pudieran apropiarse parcialmente de las rentas que las empresas obtenían por la protección comercial y otros subsidios que recibían, particularmente a la utilización de capital, durante la época en que se instrumento la política de sustitución de importaciones.
Destaca en esta legislación, por ser en gran medida la causante de la dualidad líderes ricos – “trabajadores pobres”, la cláusula de exclusión sindical que puede introducirse en los contratos colectivos de trabajo. Cuando existe esta cláusula, se permite legalmente que en el contrato colectivo pueda establecerse que la empresa contrate únicamente a trabajadores que sean miembros del sindicato y que si un trabajador es expulsado del sindicato la empresa esté obligada a despedirlo, indemnizándolo de acuerdo a lo establecido en el propio contrato colectivo de trabajo o, como mínimo, de acuerdo a lo que señala la propia Ley. Obviamente, cuando existe tal cláusula en los contratos colectivos de trabajo, la decisión de a quienes contratar corresponde al líder sindical y no a la empresa, por lo que esta última tendrá limitada su capacidad para contratar a aquellos trabajadores que tengan una mayor productividad.
Adicionalmente, la cláusula de exclusión sindical generalmente lleva al enriquecimiento de los líderes ya que la existencia de esta cláusula puede derivar en  que el dueño de la empresa le pague al líder sindical para que esta cláusula no se ejerza o que sea el propio líder sindical el que le venda las plazas laborales a los trabajadores. En cualquiera de los dos casos el resultado es el enriquecimiento del líder sindical a costa del bienestar de los trabajadores que dice representar, más aun cuando como resultado de la propia legislación los líderes no tienen porqué ser transparentes y rendirle cuentas a los trabajadores sindicalizados.
Una reforma laboral en serio requiere que el artículo 395 de la LFT se derogue. Sin embargo esto no va a suceder. Beatriz Paredes, presidente del PRI ya lo señaló: la reforma laboral no va a pasar. Y así, no importa que los trabajadores sigan siendo pobres mientras sus “líderes”, casi todos ellos priistas, se siguen enriqueciendo.