Dos informes que vale la pena revisar. El primero es el Índice de Libertad Económica elaborado por el Instituto Fraser de Canadá (www.freetheworld.com) y el segundo el Índice de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas (www.undp.org). Del análisis y comparación de ambos índices se deduce una sólida conclusión: entre mayor es la libertad económica que impera en un país, mayor será también el nivel de desarrollo humano; la evidencia es incuestionable.
Entre más libres sean los individuos para elegir como asignar los recursos de sus propiedad, entre mayor sea la libertad para las empresas para decidir en qué mercados operar, entre mayor sea el grado de competencia que impera en los mercados tanto de bienes como de factores de la producción y entre más eficiente sea la protección judicial de los derechos privados de propiedad, más eficiente será la asignación de recursos y más atractivo será un país para fomentar la inversión privada, trayendo como consecuencia mayores tasas de crecimiento económico y un mayor nivel de bienestar de la población.
El primero de estos índices aborda el tema de qué tan libres son en materia económica 141 países del orbe. Se incluyen cinco grandes elementos: tamaño del gobierno, el sistema legal y protección de los derechos de propiedad, estabilidad macroeconómica, libertad de comercio internacional y regulación, incluyendo en este último la regulación de tres mercados: el crediticio, el laboral y el empresarial. El Índice de Desarrollo Humano, elaborado para 185 países, considera tres elementos: la esperanza de vida al nacer, el grado de escolaridad de la población mayor de 15 años y el PIB por habitante.
Con la última información disponible para ambos índices (2007) se concluye que México es medianamente libre y medianamente desarrollado. En el Índice de Libertad Económica ocupa el lugar 68 de los 141 países analizados y en el Índice de Desarrollo Humano el lugar 53. Para el potencial que tiene México, su desempeño económico ha sido muy mediocre, no habiendo prácticamente crecido el PIB por habitante durante las últimas tres décadas. La explicación de ello puede resumirse en una frase: “no somos realmente libres”. De los cinco elementos que componen el Índice de Libertad Económica México ocupa, de entre los 141 países, las siguientes posiciones. Tamaño del gobierno 33, sistema legal y protección de los derechos de propiedad 79, estabilidad macroeconómica 80, libertad de comercio internacional 71, regulación 71 y, dentro de esta última categoría, regulación del mercado crediticio 44. del mercado laboral 83 y empresarial 103.
Claramente muy mal en tres renglones que son cruciales para incentivar el desarrollo económico: sistema legal y protección de los derechos de propiedad, regulación del mercado laboral y regulación empresarial. En México, dada la ineficiencia y corrupción del poder judicial, particularmente en los sistemas judiciales estatales, es incierto el cumplimiento de contratos; la ineficiente regulación laboral inhibe el cambio tecnológico; y, hacer negocios en México es estar sujeto a la extorsión de una burocracia ineficiente y muy corrupta. Tres elementos que inhiben la inversión privada y, por lo tanto el crecimiento económico.
Y así, mientras los políticos no valoren la importancia de la libertad por su impacto en el desarrollo económico y sigan protegiendo a los grupos de interés, permitiéndoles la apropiación de rentas, México seguirá ocupando un lugar mediocre en el mundo.
lunes, 31 de mayo de 2010
viernes, 28 de mayo de 2010
Competitividad
Cada vez que aparece algún indicador sobre competitividad comparando varios países, sea este del Banco Mundial, del WEF, del IMD, etcétera, México va como los cangrejos, ”pa’ tras”. El resto del mundo avanza, particularmente los países asiáticos y algunos latinoamericanos, alcanzando cada vez mayores niveles de productividad, mientras nosotros seguimos parados. Sorprende, por lo tanto, la declaración de la Secretaría de Economía de que en esta materia, la de competitividad internacional de México, “ya tocamos fondo” y que a partir de ahora nos va a ir cada vez mejor. Sorprende esta declaración porque no hay nada en el horizonte que nos haga percibir que así va a suceder. Y no va a suceder porque todos los cambios que se requieren hacer para lograr que la economía sea más productiva están detenidos, están bloqueados por poderosos grupos de interés que buscan proteger sus rentas. Algunos ejemplos.
Hace ya varios meses, el presidente Calderón ordenó a sus secretarios de Estado que se hiciese una revisión a fondo de todos las regulaciones federales y se eliminaran aquellas que no servían y que encarecían, si no es que de plano bloqueaban, la actividad del sector privado Al parecer los secretarios no le hacen caso al presidente porque la tan llevada y traída desregulación está atorada. Los burócratas son especialistas en justificar tal o cual regulación con tal de mantener sus rentas, administrándola discrecionalmente para poder extorsionar al sector privado. Y ya no se diga lo que sucede en los niveles estatales y municipales, donde la carga regulatoria es todavía más pesada. La corrupción está asolando a México.
En materia laboral, la actual legislación y regulación no es compatible con una economía que está abierta al comercio exterior y a los movimientos de capitales. Tenemos una legislación que encarece la utilización de mano de obra, que inhibe el cambio tecnológico y consecuentemente también inhibe la productividad. Se hace una propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo y la reacción en el Congreso por parte del PRI y del PRD es que no; no va. Y no va porque está en el interés de los líderes sindicales que no se apruebe ninguna reforma que les quite sus rentas.
En materia de competencia económica, y contra todos los pronósticos, la Cámara de Diputados aprobó significativas reformas a la Ley Federal de Competencia Económica y el mismo día en que la minuta fue enviada al Senado para ser ratificada el Senador Beltrones, con muy mala leche, mete su propia iniciativa, lo que hará que sea muy difícil, sino que imposible que se apruebe finalmente la mencionada reforma. Y entonces vale la pregunta, ¿a quién o a quienes le protege sus rentas el Senador?
Ligado con lo anterior, los precios de las telecomunicaciones (telefonía e internet) en México son de los más altos de mundo. Urge una nueva ley en esta materia pero los principales beneficiarios del statu quo ineficiente que les permite apropiarse de cuantiosas rentas se oponen y por lo tanto, en el Congreso esto simplemente no avanza. Y en otro ámbito, ¿por qué el presidente Calderón no aprueba, por decreto, que haya un tercer canal de televisión abierta?
Y así, con todos los cambios que se necesitan para hacer a la economía más productiva bloqueados, ¿por qué dejaremos de perder posiciones en materia de competitividad?
Hace ya varios meses, el presidente Calderón ordenó a sus secretarios de Estado que se hiciese una revisión a fondo de todos las regulaciones federales y se eliminaran aquellas que no servían y que encarecían, si no es que de plano bloqueaban, la actividad del sector privado Al parecer los secretarios no le hacen caso al presidente porque la tan llevada y traída desregulación está atorada. Los burócratas son especialistas en justificar tal o cual regulación con tal de mantener sus rentas, administrándola discrecionalmente para poder extorsionar al sector privado. Y ya no se diga lo que sucede en los niveles estatales y municipales, donde la carga regulatoria es todavía más pesada. La corrupción está asolando a México.
En materia laboral, la actual legislación y regulación no es compatible con una economía que está abierta al comercio exterior y a los movimientos de capitales. Tenemos una legislación que encarece la utilización de mano de obra, que inhibe el cambio tecnológico y consecuentemente también inhibe la productividad. Se hace una propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo y la reacción en el Congreso por parte del PRI y del PRD es que no; no va. Y no va porque está en el interés de los líderes sindicales que no se apruebe ninguna reforma que les quite sus rentas.
En materia de competencia económica, y contra todos los pronósticos, la Cámara de Diputados aprobó significativas reformas a la Ley Federal de Competencia Económica y el mismo día en que la minuta fue enviada al Senado para ser ratificada el Senador Beltrones, con muy mala leche, mete su propia iniciativa, lo que hará que sea muy difícil, sino que imposible que se apruebe finalmente la mencionada reforma. Y entonces vale la pregunta, ¿a quién o a quienes le protege sus rentas el Senador?
Ligado con lo anterior, los precios de las telecomunicaciones (telefonía e internet) en México son de los más altos de mundo. Urge una nueva ley en esta materia pero los principales beneficiarios del statu quo ineficiente que les permite apropiarse de cuantiosas rentas se oponen y por lo tanto, en el Congreso esto simplemente no avanza. Y en otro ámbito, ¿por qué el presidente Calderón no aprueba, por decreto, que haya un tercer canal de televisión abierta?
Y así, con todos los cambios que se necesitan para hacer a la economía más productiva bloqueados, ¿por qué dejaremos de perder posiciones en materia de competitividad?
jueves, 13 de mayo de 2010
El mexicano
EL Mexicano no saluda:
-Te dice que onda güey.
El Mexicano no se lanza:
-Se avienta.
El Mexicano no besuquea:
-Faja.
El Mexicano no molesta:
-Chinga.
El Mexicano no se baña:
-Se da un regaderazo.
El Mexicano no se molesta:
-Se encabrona.
El Mexicano no tiene amigos:
-Tiene carnales.
El Mexicano no te golpea:
-Te da un putazo.
El Mexicano no se cae:
-Se da un chingadazo.
El Mexicano no te ordena:
-Te manda a huevo.
El Mexicano no sufre de diarréa:
-Le da chorrillo.
El Mexicano no fracasa:
-La caga.
El Mexicano no se golpea:
-Se da en la madre.
El Mexicano no sale corriendo:
-Sale en chinga.
El Mexicano no toma siestas:
-Se queda jetón.
El Mexicano no ríe hasta mas no poder:
-Se caga de la risa.
Para el Mexicano no está difícil:
-¡¡Está cabrón!!
El Mexicano no va rápido:
-¡¡Va en chinga!!
El Mexicano no es un tipo tremendo:
-¡Es el mas chingón!!
El Mexicano no bebe:
-Chupa, Chupa y Chupa hasta que se pone como cola de perro, osea, 'hasta atràs' ( es un bebedor de excelencia de Chela y Tequila )
El mexicano no entra en acción:
-¡Se agarra a madrazos!
El Mexicano no es listo:
-Es cabrón!! (es de clase mundial )
El Mexicano no pide que lo lleven:
-Pide un aventón!!
El Mexicano no es un tipo alegre:
-¡¡¡Es de poca madre!!!
El Mexicano no hace algo muy bien:
-¡Se la rifa!
El Mexicano no es cualquier persona:
-¡¡Es el más chingón!!
El Mexicano no es cualquier persona:
-Es MEXICANO!!.
Así que si eres mexicano, manda esto a todos los mexicanos que conozcas y a los que no son mexicanos también, ¡¡¡¡para que sepan quienes somos!!!!.....
! VIVA M É X I C O CABRONES !!!
-Te dice que onda güey.
El Mexicano no se lanza:
-Se avienta.
El Mexicano no besuquea:
-Faja.
El Mexicano no molesta:
-Chinga.
El Mexicano no se baña:
-Se da un regaderazo.
El Mexicano no se molesta:
-Se encabrona.
El Mexicano no tiene amigos:
-Tiene carnales.
El Mexicano no te golpea:
-Te da un putazo.
El Mexicano no se cae:
-Se da un chingadazo.
El Mexicano no te ordena:
-Te manda a huevo.
El Mexicano no sufre de diarréa:
-Le da chorrillo.
El Mexicano no fracasa:
-La caga.
El Mexicano no se golpea:
-Se da en la madre.
El Mexicano no sale corriendo:
-Sale en chinga.
El Mexicano no toma siestas:
-Se queda jetón.
El Mexicano no ríe hasta mas no poder:
-Se caga de la risa.
Para el Mexicano no está difícil:
-¡¡Está cabrón!!
El Mexicano no va rápido:
-¡¡Va en chinga!!
El Mexicano no es un tipo tremendo:
-¡Es el mas chingón!!
El Mexicano no bebe:
-Chupa, Chupa y Chupa hasta que se pone como cola de perro, osea, 'hasta atràs' ( es un bebedor de excelencia de Chela y Tequila )
El mexicano no entra en acción:
-¡Se agarra a madrazos!
El Mexicano no es listo:
-Es cabrón!! (es de clase mundial )
El Mexicano no pide que lo lleven:
-Pide un aventón!!
El Mexicano no es un tipo alegre:
-¡¡¡Es de poca madre!!!
El Mexicano no hace algo muy bien:
-¡Se la rifa!
El Mexicano no es cualquier persona:
-¡¡Es el más chingón!!
El Mexicano no es cualquier persona:
-Es MEXICANO!!.
Así que si eres mexicano, manda esto a todos los mexicanos que conozcas y a los que no son mexicanos también, ¡¡¡¡para que sepan quienes somos!!!!.....
! VIVA M É X I C O CABRONES !!!
lunes, 10 de mayo de 2010
La fiesta acabó
El bacanal acabó. Los griegos agarraron la borrachera comprando las bebidas y viandas con deuda y ahora no tienen ni siquiera lo suficiente para comprar el bicarbonato que les ayude a sobrellevar la cruda. Con deuda financiaron un nivel de vida, particularmente de los empleados gubernamentales, muy por arriba de su productividad. Su apuesta era que por ser miembro de la Unión Europea y de la zona euro, podrían endeudarse y vivir por arriba de sus posibilidades reales de manera indefinida, habiendo acumulado en el proceso una deuda total de 350,000 millones de euros. Y ya se vio que no. Se repite para Grecia lo que le ha pasado a todos aquellos países que incurren en una política fiscal expansiva e irresponsablemente; se vuelve insostenible y finalmente es inevitable realizar el ajuste, con todos los costos que ello implica. La historia económica de México contiene varios ejemplos de a lo que lleva una política fiscal expansiva e insostenible, destacando 1976 y 1982.
Dada la situación actual de la economía griega, y a pesar del apoyo por 110,000 millones de euros que recibirán de los países europeos y del FMI, es claro que no les queda de otra que realizar un significativo ajuste fiscal para reducir rápida y drásticamente en déficit de sus finanzas públicas. Además, y aquí está el punto central, también requieren reducir significativamente el nivel de los salarios reales; y aquí hablamos del salario de todos los griegos, no solamente el de los empleados gubernamentales. La oposición a esta medida es notoria, tal como lo muestran las violentas manifestaciones que ha habido por parte de empleados gubernamentales y los sindicatos.
Bajar los sueldos nominales y reales de los empleados gubernamentales puede ser relativamente fácil; bastaría un decreto del Presidente con apoyo del Parlamento (suponiendo que ante la violenta oposición de estos últimos días se puede mantener en el poder). Lo que no es fácil es bajar el salario real de todos los demás ya que no puede hacerse a través de una directriz gubernamental. Para ello solo hay dos opciones.
La primera es que el Banco Central Europeo decida instrumentar una política monetaria expansiva que aumente la inflación. Esta medida, sin embargo, bajaría el salario real de todos los trabajadores de la zona euro, incluidos aquellos que laboran en países que no tienen mayores problemas como Alemania, aunque por otra ayudaría a países que también han estado de fiesta como Portugal y España. Esta opción está descartada.
La otra opción que tiene el gobierno griego es, voluntariamente, abandonar el euro y adoptar nuevamente su propia moneda, renegociando de paso sus deuda externa. Cabe señalar que de entrada Grecia ni siquiera debería haber sido aceptada en la zona euro ya que no cumplía con los lineamientos del Tratado de Maastrich. Adoptar nuevamente el dracma le permitiría al gobierno devaluar su moneda frente al euro, bajando de esa manera los salarios reales de todos los griegos. Además, la devaluación le permitiría ajustar los salarios a la verdadera productividad de sus trabajadores, poniéndolos en condiciones de competir en los mercados internacionales.
La lección de la crisis griega es doble: primero, el peligro de llevar a cabo una política fiscal expansiva financiada con deuda y segundo, la importancia de tener un mercado laboral flexible. En México ya aprendimos la primera; la segunda todavía no.
Dada la situación actual de la economía griega, y a pesar del apoyo por 110,000 millones de euros que recibirán de los países europeos y del FMI, es claro que no les queda de otra que realizar un significativo ajuste fiscal para reducir rápida y drásticamente en déficit de sus finanzas públicas. Además, y aquí está el punto central, también requieren reducir significativamente el nivel de los salarios reales; y aquí hablamos del salario de todos los griegos, no solamente el de los empleados gubernamentales. La oposición a esta medida es notoria, tal como lo muestran las violentas manifestaciones que ha habido por parte de empleados gubernamentales y los sindicatos.
Bajar los sueldos nominales y reales de los empleados gubernamentales puede ser relativamente fácil; bastaría un decreto del Presidente con apoyo del Parlamento (suponiendo que ante la violenta oposición de estos últimos días se puede mantener en el poder). Lo que no es fácil es bajar el salario real de todos los demás ya que no puede hacerse a través de una directriz gubernamental. Para ello solo hay dos opciones.
La primera es que el Banco Central Europeo decida instrumentar una política monetaria expansiva que aumente la inflación. Esta medida, sin embargo, bajaría el salario real de todos los trabajadores de la zona euro, incluidos aquellos que laboran en países que no tienen mayores problemas como Alemania, aunque por otra ayudaría a países que también han estado de fiesta como Portugal y España. Esta opción está descartada.
La otra opción que tiene el gobierno griego es, voluntariamente, abandonar el euro y adoptar nuevamente su propia moneda, renegociando de paso sus deuda externa. Cabe señalar que de entrada Grecia ni siquiera debería haber sido aceptada en la zona euro ya que no cumplía con los lineamientos del Tratado de Maastrich. Adoptar nuevamente el dracma le permitiría al gobierno devaluar su moneda frente al euro, bajando de esa manera los salarios reales de todos los griegos. Además, la devaluación le permitiría ajustar los salarios a la verdadera productividad de sus trabajadores, poniéndolos en condiciones de competir en los mercados internacionales.
La lección de la crisis griega es doble: primero, el peligro de llevar a cabo una política fiscal expansiva financiada con deuda y segundo, la importancia de tener un mercado laboral flexible. En México ya aprendimos la primera; la segunda todavía no.
lunes, 3 de mayo de 2010
Un Congreso Ineficiente
Terminó uno más de los periodos ordinarios de sesiones del Congreso de la Unión y seguimos atorados, como país, en un marco institucional tan ineficiente que impide el progreso económico sostenido. Nuevamente se perdió la oportunidad de llevar a cabo, íntegramente, las reformas legales que se requieren para tener un conjunto de incentivos que deriven en una asignación eficiente de recursos, que promuevan la inversión, la mayor productividad de los factores de la producción y, en consecuencia, promuevan el crecimiento económico.
Diputados y Senadores dejaron pasar tres meses para, en la última semana del periodo, aprobar en cada una de las Cámaras, diversas leyes que ya no tuvieron oportunidad de ser discutidas en la otra Cámara, como fue el caso de la reforma a la Ley de Competencia, aprobada en la de Diputados el último día de sesiones pero que ya no fue ni siquiera considerada por los Senadores, por lo que habrá que esperar al periodo septiembre – diciembre para ser finalmente aprobada, aunque en este caso habrá que considerar el tiempo que tendrán los monopolios para cabildear con los Senadores para bloquearla, aunado a la audacia del Senador Beltrones de proponer él, en el último día, su propia iniciativa de reforma a esta ley, lo que complicará el asunto (¿lo hizo con maña para garantizar que finalmente no se apruebe?).
No pasó nada de la reforma política, ni siquiera se consideró la iniciativa de reforma laboral y menos aun la fiscal. Otro periodo prácticamente perdido. Falta de liderazgo de los líderes de cada una de las fracciones parlamentarias, grillas y conflictos al interior de cada una de las fracciones, abierta oposición a determinadas iniciativas, la actitud de bloquear iniciativas de ley solo por el placer de bloquearlas, argumentos falaces como que es año electoral y ello complica las negociaciones o el eterno argumento de “no es el momento, las circunstancias políticas no son las adecuadas” se reflejaron, una vez más, tal como ha venido sucediendo desde 1977, en la parálisis del Congreso y mientras el país sumido en la mediocridad. El resto del mundo avanza y México sigue perdiendo posiciones en los diferentes índices internacionales de competitividad y de atractivo para la inversión.
Los legisladores se van cuatro meses de vacaciones con goce de sueldo, mismo que sale de los impuestos que todos pagamos y no hay manera que nosotros, sus empleadores, podamos reclamarles su irresponsabilidad e ineficiencia. Y es por ello que urge una profunda reforma política, una en donde los legisladores federales, a través de la reelección inmediata, efectivamente rindan cuentas a los electores por sus actos. Sin embargo, siendo realistas, es muy poco probable que la hagan; en la posición actual están muy cómodos y como la reforma depende solamente de ellos, es improbable que estén dispuestos a ponerse la soga al cuello.
Dado que esto difícilmente va a pasar, lo menos que deberíamos poder exigir es que durante estos cuatro meses se convoque a un periodo extraordinario de sesiones del Congreso para que, como mínimo, se aprueben las reformas que se quedaron a medias, aquellas que solo fueron aprobadas en solo una de las Cámaras. Pero esto tampoco va a suceder. Y parafraseando a Porfirio Díaz, “Pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de nuestros legisladores”
Diputados y Senadores dejaron pasar tres meses para, en la última semana del periodo, aprobar en cada una de las Cámaras, diversas leyes que ya no tuvieron oportunidad de ser discutidas en la otra Cámara, como fue el caso de la reforma a la Ley de Competencia, aprobada en la de Diputados el último día de sesiones pero que ya no fue ni siquiera considerada por los Senadores, por lo que habrá que esperar al periodo septiembre – diciembre para ser finalmente aprobada, aunque en este caso habrá que considerar el tiempo que tendrán los monopolios para cabildear con los Senadores para bloquearla, aunado a la audacia del Senador Beltrones de proponer él, en el último día, su propia iniciativa de reforma a esta ley, lo que complicará el asunto (¿lo hizo con maña para garantizar que finalmente no se apruebe?).
No pasó nada de la reforma política, ni siquiera se consideró la iniciativa de reforma laboral y menos aun la fiscal. Otro periodo prácticamente perdido. Falta de liderazgo de los líderes de cada una de las fracciones parlamentarias, grillas y conflictos al interior de cada una de las fracciones, abierta oposición a determinadas iniciativas, la actitud de bloquear iniciativas de ley solo por el placer de bloquearlas, argumentos falaces como que es año electoral y ello complica las negociaciones o el eterno argumento de “no es el momento, las circunstancias políticas no son las adecuadas” se reflejaron, una vez más, tal como ha venido sucediendo desde 1977, en la parálisis del Congreso y mientras el país sumido en la mediocridad. El resto del mundo avanza y México sigue perdiendo posiciones en los diferentes índices internacionales de competitividad y de atractivo para la inversión.
Los legisladores se van cuatro meses de vacaciones con goce de sueldo, mismo que sale de los impuestos que todos pagamos y no hay manera que nosotros, sus empleadores, podamos reclamarles su irresponsabilidad e ineficiencia. Y es por ello que urge una profunda reforma política, una en donde los legisladores federales, a través de la reelección inmediata, efectivamente rindan cuentas a los electores por sus actos. Sin embargo, siendo realistas, es muy poco probable que la hagan; en la posición actual están muy cómodos y como la reforma depende solamente de ellos, es improbable que estén dispuestos a ponerse la soga al cuello.
Dado que esto difícilmente va a pasar, lo menos que deberíamos poder exigir es que durante estos cuatro meses se convoque a un periodo extraordinario de sesiones del Congreso para que, como mínimo, se aprueben las reformas que se quedaron a medias, aquellas que solo fueron aprobadas en solo una de las Cámaras. Pero esto tampoco va a suceder. Y parafraseando a Porfirio Díaz, “Pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de nuestros legisladores”
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