En el artículo de la semana pasada apunté que para tener un mercado interno sólido que reduzca la dependencia que la economía mexicana tiene de lo que suceda en la economía mundial y su efecto sobre nuestras exportaciones, es necesario tener una clase media en crecimiento y con un ingreso real cada vez mayor. Señalé que la clase media que creció durante la década de los sesenta del siglo pasado, fue prácticamente pulverizada por la inflación que experimentó la economía desde la década de los setenta así como por las recurrentes crisis que se vivieron, aunado a la ausencia de crecimiento económico sostenido durante las últimas tres décadas y que ha mantenido el PIB real por habitante prácticamente constante. Finalmente señalé que la baja tasa de inflación que ha experimentado la economía durante los últimos años ha permitido una ligera recuperación de la clase media pero ello, la ausencia de inflación, no es sin embargo suficiente.
Uno de los elementos esenciales que deben imperar en la economía para tener una clase media sólida y en crecimiento es la creación de empleos en el sector legal o formal de la economía en empresas de tamaño medio que puedan introducir tecnologías de producción que repercutan en una mayor productividad de los factores de la producción y, en consecuencia, en salarios reales cada vez mayores. Sin embargo, lo que observamos en México es que existen toda una serie de trabas a la creación y crecimiento de empresas en el sector legal de la economía, lo que ha dado lugar a que una parte significativa de la fuerza laboral esté empleada en muy pequeñas unidades de producción en el sector informal, sin acceso a la seguridad social y con tecnologías obsoletas. Mientras estas trabas no se eliminen, particularmente en lo que toca a la excesiva e ineficiente regulación que enfrentan las empresas y la corrupción que de ella se deriva, será prácticamente imposible el crecimiento y la consolidación de una clase media que fortalezca el mercado interno.
Otro elemento lo constituye la necesidad de que los mercados operen en condiciones de competencia. Sin embargo, lo que se observa en México es que siguen imperando significativas prácticas monopólicas, gubernamentales y privadas, que le imponen a los consumidores precios muy por arriba de lo que serían en caso de imperar la competencia, hecho que impide el crecimiento de la clase media y el mismo crecimiento económico.
Un tercer elemento, característico de una sólida clase media, es que sean propietarios de su vivienda. Aunque la estabilidad macroeconómica alcanzada ha permitió menores tasas de interés de los créditos hipotecarios así como a mayores plazos, estos siguen siendo relativamente caros y lejos del alcance de la mayor parte de la población. Para abaratarlos se requiere mayor competencia en el sistema financiero nacional y también, lo que es crucial, una eficiente protección de los derechos privados de propiedad por parte de un poder judicial que sea independiente, imparcial, eficiente y expedito. Y esto último no se tiene.
Un cuarto elemento presente en la economía mexicana que inhibe la existencia de un mercado interno en crecimiento es la notoria inequidad en la distribución de la riqueza y del ingreso. Un mercado interno sustentado en solamente el 30% de la población con mayores ingresos no es suficiente, tema que trataré en el siguiente artículo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario