El artículo de la semana pasada señalé que al parecer a prácticamente a nadie en el gobierno parece interesarle las continuas violaciones de los derechos privados de propiedad y que mientras no tengamos y vivamos en un íntegro estado de derecho, la economía mexicana seguirá teniendo un desempeño mediocre. Esta afirmación, palabras más, palabras menos, se han repetido incontables veces desde hace varios años en diversos foros, nacionales y extranjeros, y nada cambia. Seguimos atorados con un conjunto de reglas formales que impiden un crecimiento económico más alto porque efectivamente en el gobierno, particularmente en el Poder Legislativo, no les interesa modificar sustancialmente el marco institucional que se traduzca en la construcción de un íntegro estado de derecho.
Hay dos elementos que explican lo anterior, ambos íntimamente relacionados. El primero es que el sistema político y económico mexicano históricamente se ha sustentado en un arreglo institucional que ha incentivado y premiado la búsqueda y apropiación de rentas, fenómeno que se observó durante el virreinato, como también durante los dos siglos que lleva México de vida independiente. Partidos políticos, los mismos políticos, sindicatos, empresarios con poder monopólico, burócratas, etcétera, se apropian de rentas y por lo mismo, está en su interés en que permanezca este arreglo, bloqueando cualquier iniciativa que las ponga en peligro.
El segundo, que en gran medida explica lo señalado en el párrafo anterior, es la muy poca importancia que en México se le da a la libertad que deben tener los individuos para elegir. Históricamente el país se ha desenvuelto con un conjunto de reglas sustentadas en el corporativismo, de forma tal que al individuo, en sí mismo, se le ha visto como de segundo orden de importancia. Más aun, durante el siglo XX, la visión de Estado que se plasmó en la Constitución de 1917 y sus posteriores modificaciones, subordinó la libertad y el bienestar individual a la consecución de un objetivo quimérico de “bien común”.
A pesar de que en la propia Constitución están establecidas las libertades individuales, mal llamadas garantías individuales, el principal sustento de la libertad individual está ineficientemente definido en este cuerpo legal. El artículo 27 constitucional, en el cual se definen los derechos de propiedad, refleja esa poca importancia que se le da a la libertad individual.
El que en este artículo se establezca que todos los recursos corresponden originariamente a la Nación, se traduce en que el derecho a la posesión privada de estos recursos es solamente un derecho derivado, lo que violenta el principio sobre el cual se basa la libertad individual. Desde el momento en que no se reconoce constitucionalmente el derecho natural que los individuos deben tener para poseer bienes y recursos y más aun, desde el momento en que en el propio arreglo constitucional se establece que los recursos propiedad de los particulares pueden ser revertidos a la propiedad de la Nación mediante un acto de expropiación, es un reflejo de que la libertad individual no es lo más importante.
El no haber establecido formalmente que el objetivo del Estado mexicano era la libertad individual para que cada quién en el ejercicio de esta libertad buscase su felicidad y prosperidad, derivó en lo que hoy observamos: un sistema político y económico que al premiar la apropiación de rentas castiga, simultáneamente, la generación de riqueza y el crecimiento económico.
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lunes, 11 de octubre de 2010
lunes, 6 de septiembre de 2010
Productividad y Crecimiento
El pasado fin de semana se llevó a cabo, en Huatusco, Veracruz, la octava reunión anual del “Grupo Huatusco”, para tratar de contestarnos la misma pregunta que nos llevó a convocar la primera reunión en 2002: ¿por qué la economía mexicana no crece? Han pasado ocho años desde entonces y lo que seguimos observado en que el desempeño de nuestra economía sigue siendo muy mediocre, lo que mantiene prácticamente estancado el ingreso y el bienestar de la mayor parte de población mexicana.
En esta ocasión el seminario llevó por título “Las Políticas Públicas para la Productividad y el Crecimiento Económico” e incluyó ocho grandes temas: La era de la productividad; El poder de la productividad; Las políticas de desarrollo productivo; La productividad en México; México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo; Las políticas de desarrollo tecnológico para la productividad; La conservación del medio ambiente, la productividad y el crecimiento; El impacto de la regulación de las entidades federativas y municipios sobre la productividad y el crecimiento.
A lo largo del seminario, en las diferentes ponencias y comentarios, resaltó un hecho contundente: la productividad de los factores de la producción está prácticamente estancada e inclusive, en algunos sectores de la economía, ésta ha caído. Este hecho es lo que explica, principalmente, por qué y a pesar de la acumulación de factores de la producción, tanto capital como mano de obra, la economía mexicana no crece..
Una primera causa que se adelantó para explicar el estancamiento de la productividad es el hecho de que la mayor parte de las unidades productivas, las empresas, son muy pequeñas y operan en la informalidad, lo que deriva en dos fenómenos particulares. El primero es que los trabajadores en estas empresas, que normalmente no llegan a cinco empleados, e inclusive muchas de ellas son unipersonales, no tienen acceso a los servicios de seguridad social. El segundo, es que por ser tan pequeñas, producen con tecnologías obsoletas y con una escala de operación muy baja, resultando en una baja productividad.
La muy pequeña escala de operación de las empresas y el que estén en la informalidad se explica a su vez por varios factores: una excesiva regulación de los mercados, particularmente en los niveles de las entidades federativas y los municipios, los altos costos de crear legalmente una empresa por la propia sobrerregulación y las prácticas monopólicas de los notarios, la ineficiencia que caracteriza el sistema tributario y el que existe una significativa distorsión en el mercado laboral que se deriva de una muy ineficiente legislación laboral además de que, por cómo está diseñado el sistema de seguridad social, el empleo formal está gravado mientras que el empleo informal está subsidiado.
Otra de las causas que explican el estancamiento de la productividad es la baja tasa de introducción de tecnologías modernas de producción es decir, en una gran parte de la economía no se observa un cambio tecnológico que derive en una mayor productividad. En México solamente se destina el 0.5% del PIB a investigación en ciencia y desarrollo tecnológico, mientras que otros países con los cuales se compite, este es superior al 2% del PIB.
Se analizaron varias otras causas, pero la conclusión del seminario es clara: si no se generan las condiciones para que la productividad aumente, la economía mexicana seguirá sin crecer.
En esta ocasión el seminario llevó por título “Las Políticas Públicas para la Productividad y el Crecimiento Económico” e incluyó ocho grandes temas: La era de la productividad; El poder de la productividad; Las políticas de desarrollo productivo; La productividad en México; México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo; Las políticas de desarrollo tecnológico para la productividad; La conservación del medio ambiente, la productividad y el crecimiento; El impacto de la regulación de las entidades federativas y municipios sobre la productividad y el crecimiento.
A lo largo del seminario, en las diferentes ponencias y comentarios, resaltó un hecho contundente: la productividad de los factores de la producción está prácticamente estancada e inclusive, en algunos sectores de la economía, ésta ha caído. Este hecho es lo que explica, principalmente, por qué y a pesar de la acumulación de factores de la producción, tanto capital como mano de obra, la economía mexicana no crece..
Una primera causa que se adelantó para explicar el estancamiento de la productividad es el hecho de que la mayor parte de las unidades productivas, las empresas, son muy pequeñas y operan en la informalidad, lo que deriva en dos fenómenos particulares. El primero es que los trabajadores en estas empresas, que normalmente no llegan a cinco empleados, e inclusive muchas de ellas son unipersonales, no tienen acceso a los servicios de seguridad social. El segundo, es que por ser tan pequeñas, producen con tecnologías obsoletas y con una escala de operación muy baja, resultando en una baja productividad.
La muy pequeña escala de operación de las empresas y el que estén en la informalidad se explica a su vez por varios factores: una excesiva regulación de los mercados, particularmente en los niveles de las entidades federativas y los municipios, los altos costos de crear legalmente una empresa por la propia sobrerregulación y las prácticas monopólicas de los notarios, la ineficiencia que caracteriza el sistema tributario y el que existe una significativa distorsión en el mercado laboral que se deriva de una muy ineficiente legislación laboral además de que, por cómo está diseñado el sistema de seguridad social, el empleo formal está gravado mientras que el empleo informal está subsidiado.
Otra de las causas que explican el estancamiento de la productividad es la baja tasa de introducción de tecnologías modernas de producción es decir, en una gran parte de la economía no se observa un cambio tecnológico que derive en una mayor productividad. En México solamente se destina el 0.5% del PIB a investigación en ciencia y desarrollo tecnológico, mientras que otros países con los cuales se compite, este es superior al 2% del PIB.
Se analizaron varias otras causas, pero la conclusión del seminario es clara: si no se generan las condiciones para que la productividad aumente, la economía mexicana seguirá sin crecer.
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