Casi 25 millones de mexicanos sobreviviendo en una situación de pobreza alimentaria, en dónde su ingreso no les alcanza para ingerir la cantidad mínima recomendable diaria de calorías y proteínas; aproximadamente 60 millones de compatriotas, casi la mitad de la población, viviendo en una situación de pobreza patrimonial, en dónde su ingreso no cubre las necesidades mínimas de alimentación, salud, educación, vivienda y transporte. México vive en un drama del cual otros 60 millones están, o aparentar estar, ajenos porque no han conocido el drama de la pobreza. El “taliban” Humberto Morerira, novato líder del PRI, acusa al gobierno de Calderón de ser el causante de tal situación, señalamiento sin ninguna base sólida, porque el problema de la pobreza en México es ancestral, realmente de siglos y cuya explicación fundamental está en el hecho de que, excepto en algunos periodos muy particulares como la “década del desarrollo estabilizador”, la economía mexicana ha experimentado largos periodos de estancamiento, como lo fue prácticamente todo el siglo XIX y como lo han sido las últimas tres décadas.
Sin duda, la única fuente de abatimiento de la pobreza es el crecimiento económico; creación de empleos con salarios reales crecientes es la única manera de reducir, e inclusive acabar, permanentemente, con el problema de la pobreza. México no ha crecido históricamente lo suficiente, lo que aunado a la sucesión de varias crisis macroeconómicas recientes, algunas de origen interno y otras externo, entre las que destacan 1907, 1910, 1913-1916, 1929-1931, 1938, 1947-1948, 1956-1954, 1976-1977, 1981-1989, 1994-1995, 2000—2001 y 2008-2009, redunda en que cualquier avance que se haya logrado en el abatimiento de la pobreza, termina por ser únicamente transitorio.
200 años de vida independiente y 100 años de la “revolución” que traería justicia a todos los mexicanos y el avance alcanzado, aunque no sin ser significativo, claramente no ha sido suficiente, tal como lo muestran las cifras actuales de pobreza. ¿Qué es lo que se ha hecho mal? Un rápido repaso apunta a diversos elementos.
Primero, sin lugar a dudas, ha sido la enorme, inaudita, ineficacia e ineficiencia del gasto gubernamental. Década tras década, billones de pesos tirados a la basura en programas sin ton ni son, mal diseñados y pésimamente ejercidos y plagados de corrupción. Un absoluto desperdicio; peor aun; una destrucción neta de la riqueza de este país. Uno de va pueblo en pueblo, a lo largo y ancho del país, y resulta sorprendente (sic) que después de tantos billones de pesos ejercidos en los rubros de “combate a la pobreza” e “infraestructura urbana”, siga habiendo calles sin pavimentar y hogares sin acceso a agua potable y drenaje.
Segundo, el absoluto fracaso del sistema educativo nacional. Década tras década, billones de pesos gastados con el resultado de una población que es, para efectos prácticos, analfabeta funcional. Educación (sic) para masas con una total negligencia en lo que toca a calidad y rendición de cuentas; un sistema educativo secuestrado por un sindicato notoriamente corrupto.
Tercero, un arreglo institucional en donde lo que menos ha prevalecido es el “imperio de la ley”. Corrupción gubernamental, apropiación de rentas por parte de poderosos grupos de interés, contratos que no se cumplen por ineficacia, ineficiencia y corrupción del sistema judicial, “presuntos culpables” acompañados de impunidad en la comisión de todo tipo de delitos y más.
¿Quién es el culpable? Sin duda, el gobierno. 500 años de mal gobierno lo explican todo.
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